Tras un tratamiento de implantes, la higiene y el mantenimiento son claves para asegurar su permanencia en la boca durante muchos años. Por desgracia, muchos pacientes olvidan que el cuidado debe ser casi más riguroso que el de los dientes naturales, lo que ha dado lugar, entre otros factores, a un alto porcentaje de enfermedades peri-implantarias.
En un estudio publicado en la publicación científica Journal Of Clinical Periodontology, realizado por un grupo de doctores españoles, se señala que alrededor de un 25 por ciento de personas desarrollan peri-implantititis (proceso inflamatorio que afecta a los tejidos que rodean a un implante y que puede desembocar en el deterioro de la masa ósea y el propio implante) y un porcentaje similar sufren de mucositis (inflamación de los tejidos de la boca, que puede generar úlceras e infecciones graves).
Sumado el porcentaje de las dos patologías, el trabajo, realizado a partir de un estudio sobre 474 implantes de 275 pacientes, concluye que la mitad de los pacientes puede sufrir enfermedades periimplantarias. Teniendo en cuenta que en España se colocan anualmente entre 1,2 y 1,4 millones de implantes, la aparición de enfermedades es muy elevada. La investigación también apunta que la incidencia es mayor según la ubicación y los tipos de implante.
Los datos de esta investigación son también corroborados en un artículo publicado en Gaceta Dental, en el que se indica que «2 de cada 10 españoles portadores de implantes pueden estar afectados por estas patologías».
Mejora de los protocolos de mantenimiento
En cualquier caso, el trabajo pone de relieve la necesidad de mejorar los protocolos de mantenimiento y la formación de los pacientes en hábitos de higiene, que van más allá de la limpieza habitual con un cepillo y que requieren usar con frecuencia el hilo dental, el irrigador bucal y los enjuagues con clorhexidina o aceites esenciales.
Por otra parte, no parece oportuno descargar toda la responsabilidad en los pacientes, ya que la viabilidad a largo plazo de un implante comienza con un adecuado diagnóstico, el abordaje quirúrgico más apropiado y la calidad de los materiales que se utilizan. Es decir, partimos de una responsabilidad previa por parte del especialista, que debe mantenerse a lo largo de todo el ciclo de vida del implante.
Ese es uno de los motivos por los que en Clínica Bustillo hemos creado el carné del paciente, un documento que recoge con detalle el tratamiento realizado y la trazabilidad de los componentes (implantes, prótesis, coronas y material regenerativo) que se han puesto en la boca de cada persona, con la finalidad de facilitar el mantenimiento y la realización de posteriores intervenciones.
Junto a este compromiso, parece claro que la profesión tiene que hacer un esfuerzo de sensibilización social para conseguir que los ciudadanos sean más conscientes de las implicaciones de colocarse implantes dentales. Al fin y al cabo, su presencia obedece a un fracaso previo en el cuidado de los dientes naturales, al margen de que son muchos los factores que intervienen en la pérdida de la dentadura.